jueves, 16 de julio de 2009

LA ILUMINACIÓN DE LAS TORRES

30-05-01

Orgullosa de mi pueblo vine a ver con gran contento
preciosas iluminadas... ¡¡las torres se están cayendo!!

No culparé a la alcaldía, ni al párroco culpo de ello.
Culpo a las instituciones que esconden bien sus dineros
y gastan todo su tiempo en rollos y papeleos
que si alguien no lo remedia el derrumbe será un hecho.

Yo para cuidar mi casa ahorro y guardo el dinero
y no entiendo lo que pasa, ¡con lo rico que es el clero!
vayan a dejar caer dos preciosos monumentos.

O pidan ayuda al pobre ¡con lo ricos que son ellos!
Todo el dinero que tienen ¿dónde lo están invirtiendo?

Las torres como mi casa sitas están en mi pueblo.
¡Qué culpa tiene el vecino! ¡Qué culpa el ayuntamiento!
Los templos como las casas que las arreglen sus dueños
pues yo no pido a la iglesia que me paguen los arreglos.

Pero me inquieta pensar, que la burocracia absurda
se demore en demasía y cuando quiera actuar
los focos ¡ay madre mía! ¿adónde van a alumbrar?
San Pedro y Santa María ya cansados de esperar
decidieron reposar en cascotes de agonía.

Y la herencia que orgullosos por tantas generaciones
hemos querido legar serán un montón de escombros
que iluminados contemplan como por pasar del tema
o ver quien debía pagar no hay nada para alumbrarlo
y nada ya, que arreglar.

Nos quedamos sin iglesias donde acudir a implorar
ni la altivez de dos torres orgullo de este lugar.

Esta poesía la escribí con motivo de la tan esperada iluminación de las torres.
Poco después se destapó el escándalo de “Gescartera” y la consiguiente información sobre la herencia legada por Teresa Villanueva para la conservación de los templos.
Quizás fue intuición o… casualidad esta “inspiración”.