viernes, 12 de julio de 2013

RUTH Y JOSÉ En memoria



No puede llamarse humano
 asesinó a sus dos hijos y no le tembló la mano
No puede llamarse padre a un asesino cobarde
Que para hacer daño a otro quemó a sus hijos: su sangre.

Poca pena es la sentencia para animal tan mezquino
Que nació para asesino, y la vida le hizo padre
De dos criaturas hermosas, y por dañar a su esposa
Causó daño tan infame.

Ni un animal carroñero nació con tan mala entraña
Sin dolor y sin condena; pues condena no es vivir
Años en hotel, no cárcel, de la que saldrá algún día
Mientras sus hijos no salen, porque les quitó la vida
El peor asesino: su padre.

Quizás Dios se despistó o se olvidó de cuidarles
Y con su poder divino lanzar a la hoguera al padre
Para él  su infierno en la tierra, el que preparó a sus hijos
Hubiera sido él la tea, y los salvados los niños.

No pestañea el criminal al escuchar la sentencia
Que haciendo llorar al mundo no remueve su conciencia.
Lo que escucha bien lo sabe Pues aunque inventó coartada,
dejó cabos sin atar Y nadie le creyó nada.

Mira sin rictus ni gesto, escucha como embobado
Este culpable del hecho que al fin hoy quedó probado.
No hay presunción de inocencia, nadie creyó a este asesino
Que con entrañas de hiena, quemó en hoguera a sus hijos.

Aunque en sentencia es culpable, la madre es la condenada
Al saber que el asesino, es el padre de sus hijos
Del que estuvo enamorada.