viernes, 9 de octubre de 2020

JUVENTUD DIVINO DESPROPÓSITO

 28-08-2020

 JUVENTUD DIVINO DESPROPÓSITO

 Pasaban los días, las horas, el verano.

Pasaron los sueños, las ganas, los besos.

Queda en poso el recuerdo de días inciertos.

De sueños dormidos; de los sentimientos.

 

Verano de locuras sin sentido.

De sentido y sentido, de miedos ruines.

De juegos sin sentimientos de derechos sin deberes,

de ganas de diversiones sin saber lo que a sus casas,

Llevan de cieno, de fuego y callada muerte.

 

¡No soporto mascarilla! ¡Quedarme en casa no quiero!

No es mi deseo cuidarme de un mal que ni sé, ni veo.

Mi único mal es oírte diciendo lo que no quiero.

Escuchar desde tus labios ¡ya eres mayor!

Hazme caso, soy tu abuelo…  

 

Pues yo  me siento inmortal,

Mi juventud es tu reto, no vas a poder conmigo,

Eres mi esclavo, mi siervo, cuídame, soy tu tesoro,

Y pagaré tus desvelos trayendo a  casa en millones,

Virus que ni veo, ni siento.

 

Y llegó el ¡Ay, que no quise! Ahora que te veo enfermo,

No hay fuerzas para cuidarme,

No me cocinas ni lavas, voy asqueroso en aspecto.

No sé cuidarte y cuidarme, tú me has dado todo hecho.

Alimentaste un monstruito, y sólo te echo de menos,

Al perder a mi criado ¡qué fastidioso mi abuelo!

  

De pronto tendrás conciencia, vendrán los remordimientos,

Cuando tus algarabías, se llevan a tus abuelos,

Quizás también a tus padres, o tu mismo estarás enfermo,

Quizás con graves secuelas en la mente y en el cuerpo,

Y maldecirás con fuerza no haber escuchado a tiempo,

Los consejos que no oías, pensando que eras el dueño.

 

De tu vida, tu salud. Dueño tan del universo,

Sin ver que la juventud no es hacer cada momento,

Lo que tu voluntad dicte, cumplir todos tus deseos.

 Que ahora por tu inconsciencia, tus mayores están muertos.

Sabrás lo que es trabajar para ganar tu sustento,

Para costear los caprichos que ellos te daban contentos,

Y a cambio no devolvías, siquiera un gratis “te quiero”. 

 

Comprenderás cuan injusto, fuiste en toda tu existencia,

Sin apreciar sus desvelos, su cariño su paciencia,

Para dejarte tranquilo hacer lo que tú quisieras.

Hazlo ahora, pero tú solo, aprende a vivir a solas.

Aprende a echarles de menos.

Aprende aunque sea muy tarde,

Que por tu culpa murieron.

Envueltos en soledad, los que tanto te quisieron.

 

AFORTUNADAMENTE

NO TODOS LOS JOVENES SON IGUALES


3 comentarios:

María y Manuel dijo...

Hola Marisa

Me dejas anonadada con tu literatura tan versátil.
Yo soy de otra opinión con respecto a los padres y mayores, pero claro, yo soy una ... me callo porque esas cosas eran propias de mi difunta madre y no la quiero revivir. Yo creo que en época de juventud no se ven las cosas igual que cuando empezamos a pintar cuadros con migas de pan y el que decía ciertas cosas de joven luego se desdice de lo dicho -me estoy liando- bueno, que me has recordado aquél poema de Antonio Machado que musicó Juan Manuel Serrat:

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!
Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.
Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.
Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.
Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.
Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.
Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás…
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?
¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?
Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!…
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.

Te quiero amiga, muchos besos a repartir de los dos para los dos.

Marisa Pérez Muñoz dijo...

En este caso quise enfocarlo a lo malamente que lo están haciendo en la pandemia… debido seguramente a la educación recibida de tener muchos derechos y ninguna obligación…
Ahorita voy a publicar la otra versión de juventud y sí, la juventud es algo que se pasa con la edad querida mía.

Miles de besos y besos de dos para dos…

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Por cierto, me encanta el poema que me mandas... no lo conocía ni Serrateado, ni Machado


Otros tantos besos