No puede llamarse
humano
asesinó a sus dos hijos y no le tembló la mano
No puede llamarse
padre a un asesino cobarde
Que para hacer
daño a otro quemó a sus hijos: su sangre.
Poca pena es la
sentencia para animal tan mezquino
Que nació para
asesino, y la vida le hizo padre
De dos criaturas
hermosas, y por dañar a su esposa
Causó daño tan
infame.
Ni un animal
carroñero nació con tan mala entraña
Sin dolor y sin
condena; pues condena no es vivir
Años en hotel, no
cárcel, de la que saldrá algún día
Mientras sus hijos
no salen, porque les quitó la vida
El peor asesino:
su padre.
Quizás Dios se despistó
o se olvidó de cuidarles
Y con su poder
divino lanzar a la hoguera al padre
Para él su infierno en la tierra, el que preparó a sus
hijos
Hubiera sido él la
tea, y los salvados los niños.
No pestañea el
criminal al escuchar la sentencia
Que haciendo
llorar al mundo no remueve su conciencia.
Lo que escucha
bien lo sabe Pues aunque inventó coartada,
dejó cabos sin
atar Y nadie le creyó nada.
Mira sin rictus ni
gesto, escucha como embobado
Este culpable del
hecho que al fin hoy quedó probado.
No hay presunción
de inocencia, nadie creyó a este asesino
Que con entrañas
de hiena, quemó en hoguera a sus hijos.
Aunque en
sentencia es culpable, la madre es la condenada
Al saber que el
asesino, es el padre de sus hijos
Del que estuvo
enamorada.