jueves, 29 de octubre de 2009

A LA SOMBRA DEL CIPRÉS

A LA SOMBRA DEL CIPRÉS

09‑Enero‑1992

A la sombra del ciprés, ni me oyes, ni me ves,

pero yo sé que reposas, a la sombra de un ciprés.

 

El ciprés testigo mudo, de la amargura y dolor,

del llanto desesperado, cuando se entierra un amor.


El amor de padre o madre, el amor de un buen amigo,

de todos ellos por siempre, el ciprés mudo testigo.


A la sombra de un ciprés, ni me oyes ni me ves,

pero yo sé que tú duermes, a la sombra de un ciprés.


Siempre mirando hacia el Cielo, vigilando tu soñar,

ocultándote celoso, mi sufrir y mi penar.


A la sombra de un ciprés, te lloro y tú no me ves,

pero yo sé que me esperas, a la sombra de un ciprés.

 

Sentimientos al pensar en la soledad de los cementerios. No recuerdo que la escribiera pensando en nadie en concreto, simplemente la dediqué al ciprés, mudo testigo de tanta pena de los vivos, en la despedida a sus muertos que reposarán bajo un ciprés… si es que no los incineran.