Moscas; estas moscas septembrinas,
conscientes de su inminente final
zumban sin piedad ni freno
y yo con gran desconsuelo
no me dejo avasallar.
Me molestan ¡¡Vive dios!!
y mi paleta aguerrida
en golpe seco y certero
las mata de dos en dos.
Me libro de esta molestia,
pues la invasión de la bestia
no merece mi perdón.
Hacen cosquillas sin duelo,
cuando interrumpen su vuelo,
se posan en mi persona y no escucho su clamor.
Ese zumbido incesante para llamar la atención
rompe el silencio tranquilo,
hacen que me ponga en vilo
Y enarbolando el acero,
descargo el golpe certero
que acaba con su canción.
Moscas zumbonas, molestas,
son el terror de las siestas;
cuando leo, inoportunas
advierto con exigencias
si no me dejan tranquila
van a morir como perras.
Por perturbar mi atención
queda aplastada y enjuta
y aunque la díptera es bruta,
más bruta puedo ser yo
por fastidiar, mosca boba y testaruda
el relajo y el descanso
final de mi vacación.