No fue olvido ni pereza
pero tengo la cabeza liada en tantos pensares
que aunque sea con mil pesares
hoy por fin y con destreza
relataré con fiereza lo que ocurrió en otros lares.
Fuimos a tierra asturiana en una corta excursión
felices de buena gana, muy cerca de Cudillero.
Quien lo buscó fue certero por el hotel que eligió
en un pueblo muy bonito, conocido por “El Pito”
arriba de una montaña.
Nuestro hotel “Casa Vitorio”, donde la vista no engaña
con un amplio dormitorio, baño y un jardín chiquito.
El entorno confortable con piscina y barbacoa
y la dueña una señora muy cariñosa y amable
que nos trató como amigos, no gentes itinerantes
que diríamos adiós, mucho más pronto que tarde.
Todo el tiempo la señora, sonriente y encantadora
junto a sus hijos y esposo,
además de su cariño nos ofrecieron gustosos
todo lo que precisamos y en verdad nos encontramos
como en casa de un amigo.
A la mañana siguiente, tras sueño reparador
bajamos al comedor a tomar el desayuno
fue sirviendo el anfitrión junto a su mujer amada
y a Cecilia embarazada, la dueña de hotel Vitorio
sin decir ni una palabra le hizo un obsequio afectuoso
colocándole en la espalda
bien tejida, y primorosa, una chaqueta preciosa
para su hijita esperada.
Un ¡Ohh! sonoro y alegre se escuchó en el comedor
por aquel detalle hermoso,
que mi nieta lucirá y le haremos muchas fotos
que recibirá enseguida la dueña de Hotel Vitorio.
Fue agradecido el detalle, por sus abuelos, sus padres
y por todo el personal, al sentirnos muy cuidados,
con tanta amabilidad
que volver a Hotel Vitorio no será casualidad
y a fe que a quien me pregunte lo voy a recomendar.